Texto Narrativo y su importancia
- Michelle Klussmann
- 3 jun 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 26 jul 2020
Hace poco realizamos un análisis sobre los textos narrativos en una clase de la universidad. Quedé totalmente impresionada del nivel de importancia que tiene el tipo de narración que posee un texto. Como un texto narrativo puede convertir una simple historia en una novela de alto nivel literario.
Es por ello que se nos propuso un reto, el cual consiste en reescribir un segmento de un cuento que conozcamos, ya sea el inicio, nudo o bien el final, también podemos cambiarle el nombre a los personajes. De igual forma es necesario identificar el tipo de narración o narrador que contiene la historia.
Por lo tanto he decidido reescribir el final de mi libro favorita hasta el momento, “Aurora y Ocaso de una Ilusión” de Ernesto González Borja, un escritor guatemalteco. Esta historia está narrada en tercera persona y posee un narrador testigo, el cual es aquel que Relata acontecimientos que le ocurren al protagonista y no participa de la acción.
Ahora bien, esta historia trata de un hombre llamado Augusto pero lo llamaremos Mateo. Su hija se llamará Diana y sus amigos Roberto, David, Iván y Mauricio. (verdaderos nombre Isabel, Alfonso, Tomas, Clodoveo y Ma´Pablo). Para entrar en contexto, en esta parte de la historia Mateo fue obligado a alistarse a servir en el ejército guatemalteco para defender las tierras de cobán , una región de guatemala, de los rebeldes que se alzaron contra el ejército.
Aurora y Ocaso de una Ilusión por Ernesto González Borja. Capítulo 17 “El Ocaso de una Vida”:
Después del mediodía, los hombres demasiado cansados y deshidratados seguían caminando, pero ahora con la esperanza de llegar al lugar conocido como Sa´Manzana, en donde corría un caudal de agua fresca y cristalina. Un par de horas más, y los hombres podrían beber el agua que quisieran y hasta lavar sus cuerpo porque tendrían agua en abundancia. Además, era posible conseguir algo de comer, porque ahi habia ranchos en donde habitaba la gente q’eqchi’.
A las cuatro de la tarde llegaron a la quebrada de Sa´Manzana. Con las últimas fuerzas que les quedaban, los hombres aligeraron el paso para mitigar pronto la sed, y refrescar sus cuerpos. Unos nativos trajeron unos racimos de plátanos morados para que los hombres comieran. Mateo fue uno de quienes comieron fruta antes de beber agua, y después de haber saciado la sed algo pasó en su estómago. ¡Cayó de bruces en la orilla de la quebrada y empezó a convulsionar! Roberto se acercó para prestarle auxilio, luego otros dos hombres al ver lo que sucedía, brindaron de su ayuda. Paro Mateo quedo inconciente y no reaccionaba. Lo colocaron sobre una camilla donde lo cargaron hasta llegar a su destino.
El sol brillaba con sus últimos rayos. Allá en el horizonte se veían las montañas bañadas con la luz del astro rey, teñendolas de color naranja, pero esta vez, Mateo no lo disfrutaría. Su cuerpo quieto yacía sobre una camilla, mojado por la lluvia, arrastrado por hombre hambrientos, sucios y cansados. Sus seres queridos no estarán allí para acompañarlo si el moria.
Roberto sintió una gran lástima al verlo inconsciente de su alrededor y sin moverse, pareciendo estar muerto;pero el ejército debía continuar. Había por delante una misión que cumplir y un deber para con la patria. Después de recostar el cuerpo sobre el suelo, Roberto pudo escuchar un breve respiro acompañado de un murmullo.
El ejército continuó la marcha. Otros hombres también no tuvieron tanta suerte como Mateo. Esos hombre serán sepultados a las orillas del camino que seguían, y donde nadie, nunca más, llevaría flores o una cruz, para indicar que allí estaban sepultados valientes, quienes habían respondido al llamado para defender la patria.
Una semana después de haber salido de Cobán, los maltrechos hombres llegaron a su destino. David, montado en su caballo, fue al encuentro del ejército cobanero. No fue desilusión lo que sintió, sino lástima por lo que vio. ¡Hombres que estaban al borde de la muerte por la fatiga, caminando largas horas del día sin aliento y agua, y mucho menos medicina y cuidado médico que atendieran a ese hombre sobre la camilla! No eran los hombres “guapos”, como él se refería a los cobaneros; aquellos caballeros con determinación de defender su patria cuando ésta lo requiera, con valentía, decisión y osadía, los que ahora veía; sino hombres con necesidad de atención inmediata para salvar su vidas y la de un hombre que dormía entre la vida y la muerte.¡Y eso fue lo que hizo!
Afortunadamente los rebeldes había entregado las armas al tercer día de su intento por tomar Sayaxche; pero desafortunadamente no había sido posible comunicarse a tiempo con las fuerzas militares de Cobán, para que esos valientes hombres no fueran de balde a perder su tiempo, esfuerzo y su vida misma.
La noticia de Mateo en coma llegó a su familia. Tanto su madre como su hija sufrían de angustia y dolor al pensar que Mateo posiblemente estaría muerto. Por largas semanas, Diana lloró a su padre. La abuelita le ofreció todo su apoyo y le afirmo:
--Hijita, si algo le pasara a tu padre, tu te quedaras conmigo, pues las dos nos consolaremos mutuamente.
--Gracias abuelita. Yo estoy muy triste, pero tambien se que usted lo está, pues no desconozco su amor por mi papito-- contestó la niña, y se echó a los brazos de la anciana, y ambas lloraron.
Cuando Iván supo la noticia, viajó a Cobán con su familia, para consolar a su madre y sobrina, y consolarse al el tambien. Pasó una semana con ellas, y les prometió localizar a su hermano para traerlo a casa con su familia, al menos para que estuviera con sus seres queridos antes de morir. Desafortunadamente, aunque adquirió con detalles toda la información de donde se encontraba Mateo, no le fue posible localizarlo.
Pasaron tres días y la puerta sonó. Era Roberto junto a un hombre que estaba sucio y enfermo. Al abrir la puerta, Diana reconoció esos ojos dulces que solo puede dar una padre al ver a su hijita con gran alegría. Toda la familia se llenó de lágrimas al verlo frente a ellos aún con vida. Rápidamente lo bañaron, vistieron y atendieron su salud.
Recostado en su cama, llamó a su madre y a su hija. Allí les entregó sus objetos más valiosos que lo acompañaron durante toda su travesía desde el inicio. La madre recibió su billetera de cuero, unas monedas de plata y su hija recibiría el reloj de bolsillo, marca Omega, también de plata. Ese reloj pasaría a ser el tesoro mas preciado que Diana guardará por toda su vida.
Mauricio llegó también a Cobán después de conocer la noticia, trayendo un cargamento de papeles y otras cosas que podrían interesar a Mateo. Entre esos papeles estaba un documento de la finca Las Ilusiones, pero parecía que ya no le interesaban pues la tierra que estaba ahí quedó abandonada por mucho tiempo.
Al paso de los año, Mateo vivió donde su madre con su hijita Diana durante nueve años, hasta que más tarde Mateo falleció por neumonía. Tiempo después un hermano menor de David, aquel teniente de Peté, pidió la mano de Diana en matrimonio, y contrajeron nupcias con el. Posteriormente conoció a su cuñado David, a quien le narró la historia de su padre Mateo, narrado por sus seres queridos que con mucho amor y admiración lo recuerdan.
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